miércoles, 26 de enero de 2011

CAPITULO 0 “EL CADAVER DE LA NOVIA” (VI) La Huida…

CAPITULO 0
“EL CADAVER DE LA NOVIA” (VI)
La Huida…

 No se cuanto tiempo había pasado, se que fueron solo unos minutos, pero para mí fue media noche con los golpes y los gruñidos… si se le puede llamar gruñidos, no sé cómo llamar al sonido que hacían esas cosas, es como cuando uno toma agua en la garganta, y hace gárgaras para limpiarse, pero en el caso de ellos, es como si la sangre estuviera atorada en sus gargantas mientras intentan decir algo ininteligible…

Después de hablar un rato, habíamos trazado un plan, o por lo menos una idea de cómo podríamos intentar de salir de ese edificio y alcanzar nuestro vehículo que debía continuar en la salida sur… Lo único es que no sabíamos como estaría esa entrada, ya que desde donde estábamos no lográbamos ver la misma, y esa era la entrada más cercana al edificio donde nos encontrábamos.

Por la entrada ya no podríamos volver a salir, eso se podía dar por perdido en este momento, si solo nos quitábamos de la puerta iban a entrar sin ningún tipo de dificultad en la habitación, podrían haber cientos de esas cosas al otro lado de la puerta… sus gruñidos, los golpes en la puerta, y como cada vez se sentía más el peso a nuestras espaldas, así lo demostraba.

David no lo había logrado… había muerto ahí mismo frente a nosotros, y discúlpenme si ya lo he dicho, si lo repito una y otra vez, pero es que aún me duele su perdida, y me parece sorprendente lo que ha ocurrido. Aníbal y Santiago me llamaban y me llamaban, yo estaba casi en un colapso nervioso, escuchaba sus voces, pero como si fuera algo muy lejano. Ya sabía cuál era el plan, sin embargo no quería irme, por un momento llegue a pensar en dejar que ellos brincaran primero por la ventana a los colchones que iban a lanzar, y dejar que esas cosas me comieran, no tenía más nada para hacer después de todo.

Pero por alguna razón, después que Aníbal, y Santiago saltaron por la ventana me retire de la puerta, y vi como esta se abría con los empujones de esas cosas, sus manos llenas de sangre, comenzaron a entrar por el pequeño espacio que ya se había abierto en la puerta, empujaban los muebles que medio pusimos para retrasar el proceso, me acerqué a la ventana, y vi que lo que habían planificado había funcionado, Aníbal brinco primero para golpear en la cabeza con una pata de la cama de madera a los que se acercaran, mientras Santiago brincaba detrás de él. Arreglaron los colchones para poder brincar yo pero no podían quedarse mucho tiempo agarrando los colchones, se voltearon a “batear” la cabeza de unas de esas cosas que se les acercaba mientras me hacían señas para que saltara…

Habíamos dicho que no gritaríamos para no atraerlos mucho, creíamos que los gritos los atraerían si lo hacíamos, debieron de comprender mi mirada de terror al no querer saltar y quedarme ahí a morir, se vieron a las caras, y volvieron a ver hacia donde yo estaba, me voltee de nuevo a la puerta, y ya estaba entrando la primera de aquellas criaturas, era una persona mayor, o eso parecía, la falta de la mandíbula inferior me demostró que antes lo habían atacado algún estudiante, en defensa pero no creo que fuera suficientemente efectivo. Sus anteojos le faltaba un cristal, y estaban doblados en lo que quedaba de nariz en su rostro, su mirada vacía y vacua me hizo pensar en la muerte, el silencio y la oscuridad que se ocultaba tras ellos.

De seguro era un profesor de lengua, o de historia, por la ropa desgarrada y su porte ingles que se notaba a distancia, con el cráneo de un rojo fuerte casi mostrando el hueso, era imposible saber si era un hombre calvo, o un profesor actual con su cabello largo y cola de caballo. Su brazo derecho se alzaba hacia el frente, abriendo y cerrando como si solo estuviera esperando sentir a su presa para no volver a abrirse. Cerré mis ojos, y por un momento recordé a mi novia tal y como era antes de toda esta pesadilla, su voz, su sonrisa, pensé en los grandes momentos que habíamos pasado juntos.

Me pareció sentir su respiración sobre mí, casi anhelaba su tacto sobre mi rostro y escuchar su voz, cuando a mis oídos llego un gorgoteo gutural,  y mi rostro fue tocado por una mano áspera, un fuerte olor a Sangre reseca y a mierda que me hizo abrir de nuevo los ojos, y verlo ahí frente a mi rostro, con la falta de la mandíbula inferior, su lengua colgando en el aire como saboreando el sabor que su mente sentía por mí, y sus ansias por devorarme.

El miedo me abordó de inmediato, he instintivamente lancé un golpe con el palo que había tomado de la pata de la cama, empujando al Profesor hacia atrás, pero el peso de los que estaban tras de él lo devolvieron hacia mí, y el peso hizo que terminara de resbalar hacia mi espalda, caí por la ventana, y pude observar un cielo sin estrellas, la sensación de caída y mi cuerpo suspendido mientras la gravedad me atraía a la tierra, me hizo pensar en que esta sería una mejor muerte. Es mejor morir con el cuello roto, o la cabeza reventada en el suelo antes que comido por esas cosas…

Pero sea por una providencia o el destino, no sé si en mi caída ya estaban los colchones justo donde yo iba a caer, o si los muchachos lo movieron, pero el golpe igual fue fuerte, la espalda se me escoció y un pequeño rebote me hizo probar el césped al lado del colchón.

Me ayudaron a levantarme y me volvieron a alcanzar la pata de la cama que me habían organizado para mí, me imagino que no sabían que quería matarme, sino que pensaron que me había congelado por el miedo antes de lanzarme. Quitaron los colchones pues las criaturas comenzaron a empujarse y caer también desde la ventana, reventándose el cráneo algunos, y otros no tenían tanta suerte reventándose solamente el cuello.

Una chica había caído solo rompiéndose el cuello, y su cabeza igual había volteado a donde yo me encontraba, moviendo su boca en ademán de quererme comer, su mirada vacía… Esa mirada que tienen Ellos es imposible de olvidar.

Empezábamos a ponernos en movimiento al frente del edificio para de ahí salir a la salida sur donde estaba el vehículo en el que llegamos, solo para encontrarnos un gran rebaño de esas cosas al otro lado de la reja, rodeando por completo el vehículo. Nuestras miradas se cruzaron, esperábamos que hubiera unos cuantos, pero no media ciudad universitaria agolpado a las puertas como si fuera la entrada al estadio en el partido final del Súper Bowl.

Sabíamos que el plan se había ido a la cañería, y en ese preciso instante, la reja cedía y los zombies comenzaron a entrar hacia nosotros, pisoteando a los primeros que habían tumbado la reja y caído con ellos…

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