IV
Una Oda a la Muerte …
Ya
alcanzábamos el área donde la luz parecía continuar fluyendo tranquilamente.
Las calles de la capital ya no volverían a ser las mismas, o por lo menos no
desde mi punto de vista.
Recuerdo
como algunas de las esculturas que se encontraban en el boulevard para el
disfrute del público transeúnte, habían cambiado la perspectiva de la ciudad y
ese día habían cambiado un ambiente placentero por uno más macabro, y al mismo
tiempo ayudando a convertir el camino en una especie de carrera de obstáculos.
Algunos
obstáculos podían morderte y matarte, otros simplemente te ayudaban a
resguardarte y a jugar con las posibilidades y poca inteligencia de tus
atacantes. Casi se puede decir que podías verlo como un juego, pero donde solo
tenías una única vida, sin continuaciones ni repeticiones.
Un
pequeño espacio conocido como plaza o escultura, no recuerdo exactamente el
nombre socialista que le dieron, pero si recuerdo que era referente a las
fábulas de Tío Tigre y Tío Conejo, en la parte superior de las columnas que
iluminaban y cambiaban de color, se escuchaba una suave sonata de música
clásica, que al culminar una hermosa voz femenina explicaba que era una sonata
para piano interpretada por la Orquesta
Sinfónica Juvenil de Venezuela. Unos segundos de silencio y
fue el tiempo justo para comenzar una nueva canción.
Recuerdo
estos pequeños detalles porque me parecían de un humor sumamente oscuro, como
melodías clásicas y victorianas para cantar “Una Oda a la Muerte ” al más puro estilo
antiguo.
La
parte positiva, es que los zombies eran atraídos por los ruidos, la música y el
cambio en los colores de las luces, por lo que pasar por esos espacios se nos
hizo, ligeramente menos peligroso que las otras secciones del trayecto que
habíamos atravesado.
Pasábamos
frente a la torre Selemar, una torre en la que no llegué a entrar pero sabía
que en su interior eran mas que todo, tiendas departamentales, o una única tienda
no estoy seguro, y su entrada se encontraba abierta.
Lo
recuerdo también porque la gran cantidad de zombies en sus puertas, parecía una
concentración de personas intentando entrar a la fuerza para aprovechar una
oferta o descuento que no se repetiría en la historia… Y hasta cierto punto era
cierto, me imagino el slogan del comercial: “Vengan a la torre Selemar, y
llévense todos los productos con descuentos de muerte. Oferta que no se
repetirá más, y solo estará disponible hasta agotarse la existencia…”
Si
lo se, tengo cierto humor del que únicamente yo soy capaz de reírme, pero son
ciertos detalles que deben conocer de mí para que comprendan porqué no me volví
loco desde el principio, y porqué no me di cuenta a tiempo de otros detalles
que eran importantes.
Por
primera vez en mi vida, de las mil y una veces que me había caminado ese
Boulevard paseando, viendo las tiendas o sencillamente despejando la mente,
estaba sumamente pendiente de los detalles y nombres de los edificios. Después
de lo que me había ocurrido atrás, no podía permitirme una nueva sorpresa, y
menos ahora que conocía a más detalle las posibilidades de ser atacado por una
de esas criaturas en caída libre.
Pude
conocer que existía un edificio llamado BEN que me trajo a la mente la canción
de Michael Jackson. Pero aunque en mi mente comenzó a sonar la melodía de
aquella antigua canción, la escena en sus ventanas no eran para nada
prometedoras, con los ataques, la sangre, y el cuerpo que se encontraba
guindando y meneándose ahorcado desde uno de los balcones. Parecía que el dueño
del apartamento se había lanzado para matarse ahorcado logrando su cometido.
Pero
de seguro lo que no esperaba, era que en los pisos inferiores, a través de la
ventana, mordieran su cuerpo muerto y luego se convirtiera en una de esas
criaturas. En cualquier momento su cuerpo abriría los ojos, y de seguro
intentaría de caminar en el aire.
Pensé
que sería una escena interesante pero no podía quedarme para esperarlo, no
conocía el tiempo que se necesitaba para que un cuerpo se levantara, no conocía
con que velocidad se transmitía el virus, solo sabía que no debía ser alcanzado
y que debíamos continuar caminando.
Unos
pasos más, y me encontré con el Señor Bras, que se había sentado frente a la entrada
del Galería Eliseo. Parecía que el niño se había quedado ya dormido o
desmayado, pues la toalla oscura donde su abuelo lo cargaba no se movía, y el
viejo observaba los juegos infantiles con lágrimas en los ojos.
De
seguro recordaba como en algún momento había pasado por esta misma calle con su
nieto y su hija, jugando en estos juegos infantiles que el gobierno había
dispuesto gratuitamente en medio del boulevard.
Ahora
que volteaba a verlos con mas detalle, los juegos originalmente tenían varios
colores, rojos, amarillos, verdes… Sin embargo ahorita todos estaban de un
único color, un color rojo que chorreaba en muchos de ellos.
Me
acerqué a uno, vigilando que no se me acercara ningún zombie que pudiera ser un
peligro, por alguna razón en esta zona no habían tantos como en las cuadras de
atrás, aunque me era desconocida la razón exacta de este fenómeno.
Creía
que los juegos habrían sido recién pintados de rojos por el gobierno que aún se
mantenía al poder, después de todo siempre había sido su color, pero al tocarlo
y notar que era muy espeso y no era pintura comprendí que todos los juegos se
veían así por la sangre que tenían encima.
Todo
aquél lugar parecía estar acabando de pasar por un ataque a gran escala, todo
el suelo estaba lleno de charcos, y salpicaduras de lo que indiscutiblemente
era sangre.
Entonces
escuché un gruñido a mi espalda, y a una de las criaturas como luchando, pensé
que me había alcanzado algún zombie y sería mi perdición, aún más allá, también
pensé en que estarían comiéndose al Señor Bras… A quien engaño, rezaba porque
lo que escuchara era un zombie sobre el señor Bras y no que fuera uno buscando
montarse sobre mí en aquél instante.
Me
di la vuelta rápidamente, nervioso, y levantando el arma, tomándola con ambas
manos, el dedo en el gatillo y quitándole el seguro. En ese instante no logre
ver a ningún zombie. Solo observé que el Sr. Bras continuaba sentado, abrazando
fuertemente la toalla oscura donde tenía a su nieto que parecía haberse vuelto
a despertar.
Sin
dejar de apuntar, me acerqué lentamente, el no levantaba la mirada y luchaba
con su nieto, siseándole para que no hiciera ruidos como había hecho hace mucho
rato y se había calmado.
Recordé
en ese instante que cuando salió de la tienda, lo hizo con una toalla clara, luego
llevó a su nieto en una toalla bicolor que no sabía de donde había sacado, y
ahora lo cargaba en una toalla, que en la poca luz de la noche se veía de un
único color oscuro.
Volví
a escuchar los gruñidos, y pude ver la agresividad con la que el niño se movía,
Bras levantó la mirada hacia mí con odio, y entonces comprendí que su nieto ya
se había infectado antes de salir de la tienda.
Había
traído por todo el camino a un niño moribundo y que se murió en sus brazos, y
ahora desde adentro de la toalla, estaba buscando con todas sus fuerzas
morderlo y llevarlo consigo a las filas de este ejercito de la muerte.
El
se levantó de golpe, casi no me hubiera dado tiempo de reaccionar, si no
hubiera tenido el arma sin el seguro y el dedo en el gatillo, en serio no
hubiera podido reaccionar. Nunca había visto a una persona mayor moverse tan
rápido y con tanta agilidad, que de seguro conseguía por la adrenalina o algo
más que me era inexplicable.
Una
bala fue disparada, sea por suerte, casualidad o el destino, la bala había
atravesado la toalla oscura de sangre, y alcanzándolo en el pecho. Dio un paso
atrás, y pude ver como sus brazos se aflojaron un poco, lo hicieron
instintivamente para ver al niño como estaba…
Parecía
que no le importaba que le acababa de disparar en el pecho, se le veía en el
rostro que estaba más preocupado porque su nieto se dejó de mover
inmediatamente, y yo no podía quitarle la mirada de encima, si en aquél
instante algún zombie se me hubiera acercado por la espalda no estoy seguro que
hubiera podido escucharlo o notarlo.
Volvió
a verme y su rostro mostró una mueca difícil de descifrar, era una expresión de
dolor, y odio al mismo tiempo, pero no estaba seguro si era por lo que le había
pasado a su nieto o por el disparo que acababa de recibir y no estaba seguro si
sabía que tenía.
Cayó
arrodillado, aún con su nieto en sus brazos, y aproveche de voltear y ver a mi
alrededor. Algunos zombies salían de la estación del metro Sabana Grande, otros
parecían comenzar a salir de los edificios más atrás de donde yo venía o de más
adelante a donde me dirigía en aquél momento.
Escuché
un golpe seco mientras giraba para verificar todos mis ángulos, y al ver a Bras
estaba en el suelo con su nieto abrazado bajo su cuerpo. Me acerqué con
cuidado, me interesaba recuperar el palo que tenía, puesto que ya había perdido
la pequeña estaca que tenía anteriormente.
Primero
lo moví con el pié, no respondió, parecía no respirar porque no se veía
movimiento de su pecho. No tenía mucho tiempo para verificar, los zombies se
acercaban por las calles del boulevard después de escuchar el disparo. Lo
terminé de poner boca arriba. Y soltó la toalla.
Sus
ojos abiertos miraban a un cielo sin verlo, el iris se estaba aclarando, no
sabía si se convertiría o si no había sido mordido por su nieto. En la toalla
pude ver que el disparo le había dado justo en la cabeza al niño, y lo volví a
tapar tranquilo que no se levantaría.
Al
ver por última vez a Bras, observé que tenía mas sangre de la que parecía en el
pecho, no estaba seguro si el disparo había alcanzado el corazón o era sangre
de alguna mordida del niño. Así que preferí no arriesgarme y con el mismo palo
que le estaba quitando le atravesé el cerebro para que no se fuera a levantar
en las próximas horas… o minutos que es lo que había tardado el niño. No había
pasado ni una hora desde que abandonamos la tienda y se había convertido en uno
de ellos.
Claro
que la sangre de la toalla me decía que había muerto con mucha perdida de
sangre lo que pudo acelerar el proceso. Tal vez el tiempo era después de
muertos unos minutos, pero no podía ponerme a averiguar esa información en ese
momento.
Aproveché
y bajé la calle con dirección al Centro Comercial El Recreo. Si lograba
traspasar las puertas y los zombies no lo habían invadido todavía podía
intentar varias cosas. Tendría comida, cambios de ropa, y tal vez lograra
romper los cristales o algo de la tienda de armas que se encontraba en la parte
de atrás.
Me
movía lo más rápido y silencioso que podía, quería llamar la atención lo menos
posible. Mientras bajaba si note mayor movimiento de zombies en la esquina de
la avenida. Justo donde estaba la entrada del centro comercial.
Oculto
entre los vehículos, pude ver una gran cantidad de zombies en la entrada al
Centro Comercial. Por eso la calle superior del boulevard estaba tan vacía a
esta altura, al parecer desde el interior, un grupo de personas los mantenía a
ralla como podían y amontonaban cada vez mas cosas en la puerta.
Con
todas esas criaturas en la puerta ya no podría entrar, para poderlo hacer
tendría que atropellarlos con un vehiculo, y tumbar la puerta para entrar, pero
eso también eliminaría las posibilidades de seguridad en su interior.
En
ese instante, como si alguien hubiera leído mi pensamiento, pero no completo y
se hubiera vuelto loco, escuché el acelerar de un vehiculo, venía esquivando
los zombies que podía por la avenida, y se dirigió directo a la entrada del CC.
Pude
verlo todo con suma claridad, los cuerpos al ser llevados por el frente del
vehículo, pude ver como los miembros volaban con el choque, y aún más allá
cuando el vehículo chocó con la reja de seguridad del centro comercial logró
medio doblarla pero no tumbarla.
Pude
ver como el chofer del vehiculo fue sacado por los zombies que inmediatamente
lo rodearon, y como otras de esas criaturas, que se aglomeraban en el frente
del vehículo, comenzaban a trepar torpemente por el vehiculo y a ingresar en el
centro comercial.
Los
disparos desde el interior no se hicieron esperar, empecé a escuchar gritos,
muchos gritos de mujeres, los disparos comenzaban a retroceder, los zombies
pasaban unos sobre otros para poder entrar…
Recordé
las otras entradas al Centro Comercial, pero eran entradas demasiado abiertas y
fáciles de traspasar, complicando la posible defensa de las mismas. En especial
la del estacionamiento que era completamente abierta si no recordaba mal. Lo
que sería un mal lugar para resguardarse en aquél momento.
Los
disparos, los gritos, y la euforia de todas las criaturas gimiendo y buscando
su alimento atrajo rápidamente a otras criaturas, yo tuve que comenzar a
moverme o me vería rodeado. Comencé a subir de nuevo en dirección al boulevard.
Mientras
subía tuve que gastar las 2 balas que me quedaban en la recamara, (descubriendo
ese hecho al disparar y escuchar el tan temido “CLICK” de un arma descargada),
y cambiando entonces el cargador por el otro que le había quitado al policía.
Sin embargo, abajo el bullicio era tan alto,
que los zombies que les pasaba por un lado, al alejarme se daban la vuelta y
seguían su camino al Centro Comercial. Casi podría decir que podían hablar y
gritarse entre ellos que ahí había comida y alimento fácil…
Yo
volví a mi camino original, era de madrugada en el boulevard. La Torre de la Previsora con su hora ya
empezaba a ser visible… parecía que nunca podría salir de esta pesadilla, pero
era como un faro en la oscuridad del mar indicándome que estaba más cerca del
lugar que quería llegar.
Muy corto, creia que iba llegar ya a plaza venezuela, la concha tuya! D: publica mas anda, esperar una semana por lo que viene es una tortura!!!
ResponderEliminarJa ja ja.... Aún quedan 2 números para llegar a Plaza Venezuela...
EliminarEl numero de la semana que viene me gusta bastante, pero el de la llegada... siento que le falta, esta semana le doy una revisión...