III
Regalos de Navidad Infernales...
Unos pocos minutos había estado llorando
Lori en el pecho de Lionheart… Los soldados al escucharla habían lanzado un
vistazo a la habitación, pero al no observar nada extraño continuaron
manteniéndose a raya mas allá del marco.
Atsuko se había apartado un poco, conocía
el resto de la historia y le parecía sumamente triste. Se imaginaba que en esta
oportunidad la contaría con más detalles de los que ya le había contado a ella…
Pero pensar en conocer aún más detalles que los que ya conocía le daba miedo.
Lionheart por su parte comenzaba a sentir
un cariño más profundo por aquella muchacha… Aún no conocía toda su historia,
pero ya comprendía porqué Atsuko la había tomado en su grupo, aunque aún
desconocía porqué el resto de la base la había despreciado… Sabía que tenía
algo especial, porque no cualquiera se podría enfrentar a Snake como ella lo
había hecho en el comedor, y por las capacidades sensoriales que había
demostrado en su huida de aquella ciudad llena de Licans.
Ella se mostraba un poco más calmada, sus
sollozos habían disminuido, parecía que se controlaba un poco más.
Lionheart quiso ofrecerle más agua, pero
ella lo negó. La luz fluctuó por unos segundos en la habitación, pero nadie
pareció prestarle atención, ya que fue tan veloz como un simple parpadeo.
- Yo
comencé a sentirme muy mal… - Comenzó de nuevo Lori cuando recobró el valor
para poder continuar con su historia. – Me dolía la barriga y sin querer vomité
en la cama de mis papás cuando ellos todavía estaban dormidos.
Se
que me paré, salí del cuarto de mis papás que tenían una puerta hacia el
pasillo y la sala, otra hacia el baño de ellos y otra a mi cuarto. Entré en mi
cuarto, y cerré la puerta, me daba miedo que despertaran y vieran que yo me
había vomitado encima después de tener esa noche juntos.
Fui
para mi baño, ahí todo estaba un poquito más bajo que en los otros dos baños
para que yo pudiera alcanzar todo, me quité la ropa que tenía, la lancé donde
me baño normalmente, aún doliéndome mucho la barriga, y le abrí la regadera
para que le cayera agua y la limpiara, mientras yo seguía vomitando pero en la
poceta.
No
se cuanto tiempo estuve ahí… Porque se que en algún momento me dormí de nuevo y
me desperté ya siendo de día. Podía ver la luz entrando por la ventana chiquita
del baño y la grande de mi cuarto.
No
se escuchaba nada en la casa ni en la calle… Parecía que mamá me había dicho la
verdad, que al día siguiente no estarían los monstruos… Me alegré mucho, y me
levanté, pero entonces noté que tenía mucho frío porque me había quedado
dormida desnuda en el piso del baño.
Verifiqué
primero que las puertas de mi cuarto estuvieran cerradas, no me gustaba que se
metieran en mi cuarto mientras me estaba bañando. Luego moví la ropa a una
esquina lejos del agua y de mí y empecé a bañarme. No se en que momento había
cerrado el agua… En realidad no recordaba muchas cosas.
Me
sentí mucho, mucho mejor después de sentir el agua caliente sobre mí,
limpiándome del olor a vomito que tanto me desagrada. Salí del cuarto contenta,
encendí las luces del arbolito y de los adornos de Navidad que mi mamá me había
puesto en el cuarto antes, escuchaba la música de navidad que salía de las
cajitas de las luces. Estaba contenta…
Aunque
en un momento me pareció escuchar otra explosión muy fuerte, creía que serían
los fuegos artificiales de las personas celebrando, aproveché y me puse uno de
mis vestidos más bonitos que tenía, porque estaba contenta de que por fin todo
hubiera terminado.
Era
un Vestido Rosadito, casi blanco, pero en la parte inferior donde terminaba
como una falda en mis rodillas tenía una cinta violeta hermosa. Y arriba
también tenía la cinta violeta, con una flor grande que me quedaba justo aquí…
Lori se señalaba el centro del pecho, unos
pechos que hoy en día se encontraban más desarrollados que cuando era una niña,
pero que igual, para Lionell no lo llegaba a distraer, ante la historia que
estaba escuchando…
- Era
una flor hermosa, un poco más oscura que la cinta, y de atrás de ella salía
otras dos pequeñas cintas del mismo color de la demás, que subía a mi cuello y
me lo amarraba atrás. Con ese vestidito dejaba mis hombros abiertos, parte de
mi espalda también. Pero mientras en Estados Unidos estaban celebrando el
invierno con nieve y demás, en Argentina estábamos en época de calor.
Eso
he aprendido que es algo por el movimiento de la tierra, y cuando nosotros
estamos en el invierno ellos están en su época caliente. Bueno, la cosa es que
me estaba viendo en el espejo de mi cuarto, y había puesto mis muñecas en la
cama para que me vieran y me dijeran como me veía…
En
un momento comencé a escuchar un golpe en la puerta de mi cuarto, me asusté y
pegué un brinco, porque era la puerta del cuarto de mis padres y se me había
olvidado ir a limpiar el vomito antes de que se despertaran.
Estaban
dando golpes continuos y rítmicos en la puerta de mi cuarto… Me acerqué
lentamente, y pregunté en voz alta. “¿Papá?”… Los golpes solo comenzaron a ir
más rápido, pensé que estaba molesto, no sabía si era papá o mamá que se había
despertado y estaban golpeando mi puerta.
Me
coloqué contra la puerta y empecé a llorar y a pedir disculpas en voz alta,
pero quien estaba golpeando mi puerta no me contestaba, solo seguía golpeando la
puerta cada vez más duro… Mientras lo sintiera así molesto no quería que
entrara al cuarto, me daba miedo que me castigaran, o que le dijeran a Santa
que no me trajera regalos…
Era
tan inocente que lo que pensaba, era en que me había portado bastante bien
durante todo el año para venir a hacer algo que podía dejarme sin regalo
estando a apenas 2 días de recibirlo.
Mientras
lloraba seguía escuchando los golpes en la puerta, entonces intenté de pensar
en cosas para poner alegre a mamá o a papá antes de abrirle, porque no quería
que entrara molesto, quería que se calmara primero.
Empecé
a recordarle mis buenas notas, o cuando estuve a principio de mes en la obra de
teatro, como una princesa y ellos salieron casi llorando, diciéndome que eran
lagrimas de felicidad y que era la princesa más bella, también les recordé esa
tarde feliz que habíamos pasado en la playa cuando por fin papá había
conseguido terminar un trabajo importantísimo que lo había sacado de la ciudad
por semanas…
Pero
no importaba que le dijera, el castillo de arena que construimos juntos, las
noches que jugábamos todos en la mesa, o cuando cenábamos y luego veíamos una
película o una comiquita juntos…
Entonces
me levanté ya cansada de llorar, esperaba lo peor, y el regaño de mis padres
por lo que había hecho… Me levanté poquito a poco de la puerta, los golpes de
uno de ellos seguían contra la puerta. Me voltee pidiendo perdón, una y otra
vez, que no era mi intención, que me sentía mal, que ya lo iba a limpiar cuando
se despertaron…
Agarré
el pomo de la puerta y la barra del seguro para quitárselo a la puerta y
dejarlo entrar, mi rostro ya estaba completamente bañado en lágrimas, y mi
vestido se había comenzado a mojar también con las lágrimas que me caían.
En
ese segundo, escuché un grito por la ventana… Era un grito muy fuerte que me
asustó, había empezado bajito, subía rápido pasó por mi ventana y volvía a
hacerse mas bajito. Luego, escuché un golpe frente al edificio…
Asustada
corrí a ver por la ventana y se me olvidó abrirles la puerta a mis padres.
Cuando llegué a la ventana, creía que
estaba en una pesadilla… La ciudad estaba cubierta aún por un humo negro
fuerte, pude ver que salía humo de un edificio un poco lejos de nosotros, y
abajo se encontraba la mamá de Daniela, mi amiga del último piso.
Ella
era la que había gritado, y acercándose a ella habían muchos monstruos
caminando, ella no se movía, estaba acostada en una posición extraña y que
nunca he podido explicar porque no se como se puede poner el cuerpo así. Debajo
de ella había mucha sangre, y su cara veía hacia arriba, con los ojos abiertos,
como si estuviera ahí acostada en el frente del edificio viendo al cielo.
En
ese momento, frente a mí, muy, muy cerca, pasó Daniela cayendo también. Pero
fue diferente… A Daniela la pude ver como si estuviera cayendo lentamente,
porque no gritó, cuando pasó delante de mí, pude ver que sus ojos estaban
blancos, y un monstruo se había comido una parte de su cara, tenía los brazos
estirados intentando de agarrarme mientras caía, y escuché su gruñido… Ese
sonido que solo hacen los monstruos…
Me
asusté y corrí a mi cama a abrazar a mis muñecas y peluches… los monstruos
seguían ahí afuera, no se habían ido como mamá me había dicho… Y mi papá o mi
mamá continuaban dando golpes en la puerta de mi cuarto, no habían dejado de
dar golpes…
Corrí
de la cama a la puerta, para abrirla, abrazarlo y que me protegieran de los
monstruos, pero cuando estuve a punto de abrir la puerta escuché el mismo
sonido de los monstruos muy fuerte…
El
miedo provocó que me detuviera. No me dejó moverme, no sabía si lo había
escuchado por la ventana o detrás de la puerta… Si los monstruos aún estaban
vivos tal vez uno había entrado en la casa y no era mamá ni papá quien tocaba
la puerta, así que comencé con el juego de mamá…
Empecé
a preguntarle cosas que solo nosotros sabíamos… Pero no importaba que le
preguntara, solo seguía dando golpes en la puerta de mi cuarto… La golpeaba
una, y otra, y otra, y otra vez… Insistiendo mucho… Entonces me imagine que mi
papá y mi mamá se habían despertado cuando yo estaba dormida, no me vieron con
ellos, no me vieron en mi cuarto y se fueron a buscarme afuera, cuando el
monstruos había entrado en la casa…
Si
eso era así mamá y papá regresarían en la noche o al día siguiente a la casa,
después de buscarme un poco, acabarían con el monstruo y me rescatarían… Mamá
me había dicho que si algo así pasaba tenía que quedarme en mi cuarto, y papá
que siempre me regañaba para no comerme las galletas y la comida que me habían
puesto en el cuarto, era por si pasaba algo así como esto…
Empecé
a poner todas las cosas que podía poner de peso en la puerta, para que no
pudieran abrir la puerta los monstruos… Cuando mamá y papá regresaran si
responderían las preguntas y les abriría las puertas de nuevo…
Prendí
el televisor para intentar de ver alguna comiquita, pero los canales de
comiquitas estaban todos apagados, ninguno estaba pasando nada, los golpes en
la puerta seguían sonando, empecé a cambiar para ver cualquier cosa, el sonido
de los golpes del monstruo en la puerta de mi cuarto me daban mucho miedo…
En
un canal que siempre pasaban noticias, mi papá lo veía a veces, no recuerdo
como se llamaba, creo que “Ce Nene” o algo así con las letras en blanco y rojo
en su símbolo, en ese canal solo había una cámara activa, contra lo que era el
lugar donde hacían sus programas y daban las noticias… Se veían muchos
monstruos caminando, unos tenían 3 manos o tenían una pierna más en las manos,
eran feos, y mientras unos caminaban otros estaban en el suelo como subiendo y
bajando con la espalda a la cámara…
Cuando
iba a cambiar de canal, la cámara se movió y creía que era alguien que estaba
grabando y se había movido, pero un monstruo cayó justo delante de la cámara en
ese momento, como si viniera caminando rápido y se tropezara con la cámara
antes de caer. El monstruo se paró, miró la cámara como si lo pudiera ver a uno
en su casa, se acercó lentamente, viendo mucho hacia los lados de la cámara,
como si pudiera ver mi cuarto y estuviera intentando de ver alrededor de mí, me
asusté pensando que sí podía ver en mi cuarto, y me voltee a ver que estaba
viendo…
Cuando
volví a ver el televisor para saber que más hacía, estaba con una cara de mucha
rabia, abrió la boca, comenzó a gritar, a gemir y otros monstruos comenzaron a
camina a donde él estaba, parecía que venían hacia mí desde el monitor, sabía
que no podían entrar por el televisor pero cuando los vi llegando a la
cámara me dio mucho miedo, apague el
televisor y me alejé rápido de él…
No
sabía si tendrían un poder para ver por el televisor, o para pasarlo, pero en
verdad sentí que me estaban viendo.
En ese momento Lionell se imagino un grupo
de zombies en una estación de televisión, y que seguramente lo que estaba
siguiendo el zombie de la cámara era la luz roja parpadeante que brillaba en la
misma, indicando que esa es la que se encontraba activa…
Lori se mantuvo un momento en silencio,
Lionell aprovechó de ver por un momento a Atsuko, quien estaba llorando
suavemente a un lado. Buscaba ocultar sus lágrimas de Lori, tal vez ella
estuviera recordando su historia con su madre…
Pensando un poco más, Lionell tampoco
conocía que había pasado con la madre de Atsuko, sabía que ella había
sobrevivido con su padre Oasis, pero no sabía que había ocurrido con su madre
antes del Apocalipsis o antes de llegar a aquella base, o si tal vez ella
llegara pero ocurriera algo después…
Eran muchas las posibilidades… Se daba
cuenta que aún existían infinitas posibilidades y casi infinitas historias en
el mundo exterior que querían ser conocidas, más notas de diarios abandonados
en casas, sobrevivientes que quieren que su historia se conozca, o la de aquél
familiar que se sacrificó para poderlos salvar…
- Estuve
en mi cuarto todo el día… - Continuaba Lori, lo que hizo que Lionell saliera de
sus cavilaciones y volviera a verla directo a los ojos mientras conversaba…
Aunque sería más específico decir “al ojo”…- No soportaba aquel golpe continuo,
una y otra y otra vez en la puerta…
En
un momento llegué incluso a pensar en él como algo más del ambiente, y me quedé dormida tapándome los oídos. Pero
igual al despertar seguía ahí… los golpes seguían ahí rítmicamente, aunque
había disminuido la velocidad, pero continuaba golpeando el monstruo tras mi
puerta.
Entonces
me dí cuenta que tenía hambre… Hambre y sed… Había oscurecido por la ventana,
no se decirles si era por la hora o el humo había hecho que el sol se tapara
más temprano, pues siendo niña no podía averiguar o comprender esas cosas.
Me
puse feliz, intentando de olvidar un poco los golpes en la puerta, recordando
que papá me había dicho que las galletas y el agua que estaban guardando en mi
cuarto eran precisamente por si pasaba algo como esto.
A
partir de ese momento podría comenzar a comer las galletas, los chocolates, los
turrones y caramelos de navidad que no me dejaban antes… Lo primero que abrí
fue un chocolate, puse una mesita de te pequeña y varias de mis muñecas en
sillitas para que me acompañaran.
En
un momento, ya me había comido varias galletas, chocolates, y me había tomado
varias de las botellas de agua que me habían dejado mis padres… Pero en ese
momento, a pesar que me sentía muy llena, sentía que lo que quería era un jugo.
Eso lo haría perfecto.
Pensé
en salir del cuarto por la puerta del pasillo, no había escuchado más nada en
la casa, sino solamente los golpes en la puerta del cuarto de mis padres… Creía
que tal vez podría esconderme del monstruo y llegar a la cocina, conseguir jugo
y devolverme sin que el monstruo me conociera.
Pero
también tenía miedo que si era un monstruo que había entrado porque mis padres
habían dejado la puerta abierta entonces podían haber entrado otros más… Por lo
que me quedé tranquila esa noche, me abracé a mis muñecas he intenté de dormir
corrido esa noche.
Al
poco tiempo me dormí de nuevo, tanta comida me había llenado, y creo que fue
por el dulce pero había tenido pesadillas… Siempre recuerdo una porque no es la
única vez que la he tenido desde ese año, sino que se me ha repetido muchas
veces…
Estoy
en casa, con mis padres en la noche de navidad, y escuchamos que tocan la
puerta a las 12 de la noche… Mi papá va a abrir la puerta y un santa convertido
en monstruo entra corriendo a buscarme para comerme, mientras los duendes
también entran y se comienzan a comer a mis padres…
Me
desperté el día siguiente con mucho sudor… Durante la noche se había cerrado mi
ventana y no estaba entrando aire desde la calle a mi cuarto. El golpe en la
puerta se escuchaba ahora aún más esporádicamente que antes, y ya no sonaba solo
desde la parte de arriba, era como si el zombi se hubiera sentado y estuviera
ahora dando golpes arriba con la mano, y luego en la parte de abajo con el pie…
Decidí
entonces esta vez intentar de probar llegar hasta la cocina a buscar mi jugo…
quería un jugo y ningún monstruo podía ser tan rápido como para agarrarme si
buscaba rápido mi jugo.
Abrí
con mucho cuidado la puerta que daba al pasillo, no hice ningún ruido, y en
ningún momento escuché que el monstruo dejara de golpear la puerta por la
puerta de mis padres… Al voltear a ver esa puerta estaba un poco abierta,
aunque no demasiado, por lo que podría correr afuera y regresar tal vez sin que
el monstruo se enterara que había salido.
Miré
hacia fuera, no llegue a ver nada moviéndose que me pudiera decir que había más
monstruos afuera. Caminé rápido, pero con mucho cuidado para no hacer ruido,
tenía miedo de correr y que en una esquina saliera la mano de un monstruo a
agarrarme…
Cuando
llegué a la sala pude ver como la luz del sol estaba iluminándola por la
ventana, eso significaba que estábamos en la mañana que era cuando la luz
entraba así y con tanta fuerza en nuestro comedor.
Pasé
a la cocina y abrí la nevera, voltee a ver que el monstruo no viniera detrás de
mí, todo estaba tranquilo y seguía escuchando los golpes aunque muy lejos de
donde me encontraba. Revisé rápido y tome los tres jugos que me cabían en los
brazos para llevarme al cuarto, así no tendría que salir muchas veces. También
pude ver una gelatina, pero no me atreví a tomarla en ese momento, la dejaría
para buscarla después.
Estaba
tan contenta de conseguir los jugos que solo empujé la puerta de la nevera,
tenía una sonrisa muy grande en mi cara, estaba contentísima que todo me
estuviera saliendo bien… Solo hasta que escuché el golpe de la puerta de la
nevera al cerrarse a mi espalda, porque no la sujeté sino que la empujé, que
era algo que hacía normalmente cuando tenía las manos llenas…
Rápido
me asuste, seguro se notaba en mi cara el miedo y me paré en la entrada de la
cocina y voltee a ver al pasillo del apartamento, hacia donde estaban los
cuartos, los golpes de mi puerta habían parado, escuchaba claramente mi corazón
pero no escuchaba ningún otro golpe contra una puerta ni nada así…
Entonces
la puerta del cuarto de mis padres comenzó a moverse… Lentamente, el monstruo
no sabía abrir la puerta, solo se estaba abriendo porque estaba intentando de
sacar su cuerpo por el pequeño hueco que había en la separación, pero mientras
sacaba un brazo y una pierna la puerta se abría sola con su cuerpo…
Entonces
pude ver la camisa que tenía aquél monstruo que salía del cuarto, su cabello
todo despeinado, sucio y feo, su rostro gris, con las venas sobresaliendo que
era fácil de ver, de su boca estaba cayendo un líquido rojo… El monstruo era mi
papá… Pegué un grito que se tuvo que escuchar en todo el edificio… Solo grité
¡PAPÁAAAAAAAA!... pero con mucho dolor al verlo así como un monstruo…
Él
no pareció reconocerme, no hablaba, no decía ninguna palabra que yo
comprendiera, solo repetía ese gruñido que hacen esos monstruos, mientras
caminaba lentamente hacia donde yo estaba, y yo seguía llamándolo, pidiéndole
que se detuviera, que no se acercara que me daba mucho miedo, pero no se
detenía con nada.
Cuando
se estaba acercando mucho corrí en la cocina y me escondí en las gavetas de la
misma, debajo del fregador, yo a veces me escondía ahí cuando jugábamos al
escondite, con los detergentes, limpiadores y eso que mi mamá guardaba ahí
abajo.
Tenía
mucho miedo… Estaba temblando toda, y los mocos se me salían por la nariz, al
mismo tiempo que las lágrimas caían por mi cara. Escuché los pies arrastrándose
dentro de la cocina, todo estaba muy oscuro y me tapé la boca como veía en las
películas para intentar que no me escuchara.
No
sabía si se acordaría de mi escondite, porque aunque era papá, no parecía ser
él, no había respondido las preguntas que le había hecho en el cuarto, en la
puerta, ni cuando le hablaba que iba hacia mí.
El
olor del monstruo era muy podrido, ya lo escuchaba en la cocina, llevándose las
cosas por medio, se tropezaba fácilmente en la cocina, para intentar de apartar
un poco su olor podrido destapé el liquido que mi mamá usaba para limpiar, olí
un poquito su olor de flores para quitarme el olor del monstruo que provocaba
vomitar y dejé caer un poquito a mi lado para volverlo a cerrar.
No
podía ver nada, sabía lo que tenía alrededor mío solo por conocimiento, de
todas las veces que me escondía ahí y mi papá hacía que no se imaginaba donde
estaba… Esperaba con todo mi corazón que en verdad no conociera nada de mi
padre ese monstruo.
Esperé
un rato, los escuchaba gimiendo y arrastrando los pies, luego me pareció
escucharlo más débilmente, y pensé que se estaba saliendo de la cocina. Empecé
a respirar con mas calma, y me di cuenta que no había respirado lo suficiente.
Olía mucho a la cosa esa que había echado a mi lado y sentía que me ahogaba con
su olor.
Abrí
un poco la puerta, con mucho cuidado para ver hacia fuera, y para intentar de
respirar un aire limpio. Lo que podía ver de la cocina parecía estar sola… Me
atreví a abrir un poco más la puerta y noté que el monstruo ya no estaba en la
cocina.
Salí
de ese pequeño escondite, y me moví con mucho cuidado. Deje la puerta abierta
por si tenía que volver a correr ahí adentro fuera rápido para meterme. Cuando
caminaba viendo hacia la entrada de la cocina, con mucho cuidado pude ver la
sombra del monstruo que se había convertido mi papá junto a la puerta de la
entrada.
Entonces
me di cuenta que la puerta continuaba con todas las cosas que le habíamos
puesto, para que los monstruos de afuera no pudieran entrar… No sabía como mi
padre se había convertido entonces en un monstruo si ellos no habían podido
entrar.
Tomé
las cosas que había dejado caer cuando me asusté al ver por primera vez a mi
papá convertido en monstruo. Estaba viendo hacia el pasillo donde estaba la
puerta de mi cuarto, frente a la otra puerta del cuarto de mis padres. Tenía
que correr, si el monstruo era siempre igual de lento podría llegar a mi
cuarto, llegaría y cerraría la puerta, y no la abriría al menos que llegara
mamá y me respondiera alguna pregunta como el juego que habíamos inventado.
Empecé
a correr, y cuando salí de la cocina, no me había dado cuenta que el monstruo
se estaba moviendo hacia la misma, por lo que le pasé por un lado muy cerca, no
estoy segura si fue por el miedo, o por los nervios, pero creí sentir la mano
del monstruo intentando de agarrarme y grité fuertemente de nuevo, pero no me
detuve para nada.
Cuando
llegué a la puerta de mi cuarto pude ver que se había cerrado después de que
salí, tal vez por el viento o yo misma la había cerrado, pero en ese momento no
recordaba haberlo hecho yo. Puse mi mano en la manilla para abrir la puerta y
cuando estaba por comenzar a empujar sentí una mano rozarme el tobillo.
Volví
a gritar y brinqué del susto, con lo que la mano, que no me había agarrado por
completo no me pudo terminar de agarrar. Gritaba como loca, estaba asustada, el
monstruo de mi papá no podía haber corrido, si lo había hecho también me
convertiría en monstruo a mí…
Pero
cuando pasé al cuarto y voltee para cerrar la puerta y ver si era mi papá quien
me intentó de agarrar el tobillo pude ver a mi mamá tirada en el piso. Sus
labios habían desaparecido, y algo le había pasado a sus piernas que estaban
todas rojas y no veía su blanca piel…
Cerré
la puerta, puse seguro, empecé a mover otras cosas y cajas de juguetes a esa
puerta y me lancé al piso a llorar… No podía dejar de llorar mientras escuchaba
el primer golpe que el monstruo de mi mamá daba en la parte de debajo de la
puerta… Un momento después no era ella la única que golpeaba la puerta, sino
que papá monstruo también había llegado y golpeaba por arriba.
Yo
mientras lloraba les pedía que dejaran de golpear la puerta, que ya no lo
hicieran más, que se fueran y me dejaran sola, y continuaba llorando, mientras
ellos continuaban gimiendo y golpeando. No se en que momento me quedé dormida,
pero me dormí ahí junto a la puerta en el suelo.
Cuando
me desperté, lo hice asustada, había tenido otra pesadilla, y los golpes en la
puerta solo hicieron que mi corazón se acelerara… Me alejé de la puerta, y
destapé uno de los jugos que me había llevado al cuarto.
Sentí
un sabor muy salado, y entonces noté que tenía toda la cara llena de las
lágrimas de cuando estaba llorando. Puse mi jugo a un lado, me acerqué al baño
y me lancé un poco de agua al rostro para limpiarme. Los golpes en la puerta no
paraban… Ya eran más débiles y menos continuos, pero seguían ahí…
Creo
que ya era 23 de Diciembre… Sabía que no tendría regalos… Ya no los esperaba…
Me asomé por la ventana, era de noche, y cuando pude ver la estrella de Navidad
le pedí que ya no quería juguetes, ni regalos grandes… Solo quería que mi papá
y mi mamá no fueran más monstruos…
Comí
unas galletas y busqué irme a dormir de nuevo. Fue difícil con los golpes de la
puerta, pero de alguna manera logré dormirme de nuevo.
Cuando
me desperté, el sol aún no había salido, los golpes a la puerta habían casi
desaparecido. Eran muy esporádicos, pero continuaban ahí… Me levanté de la
cama, y comí un poco más. Aproveché y me empecé a tomar el segundo jugo. Ya no
hablaba en voz alta con mis muñecas, sabía que si los monstruos me escuchaban
de nuevo, comenzarían a golpear de nuevo la puerta más rápido.
Ese
día solo podía estar asomada por la ventana, con la muñeca en mi pecho, pensaba
que en algún momento los monstruos podrían aprender a abrir la puerta, tomarían
fuerza y destruirían el seguro y me comerían, o me convertirían en una más de
ellos…
Entre
los que podía ver en la calle, me pareció ver a varios que eran vecinos del
mismo edificio… Lo que me parecía raro era que no veía ninguno de los perritos
por la calle… Ni los que siempre estaban por ahí, ni los de mis vecinos…
También me puse a pensar que no los había escuchado en el edificio.
Pasé
al baño y me dí un baño completo, quería limpiarme, mas que todo el pie donde
el monstruo había intentado de agarrarme. Recordé lo mal que olían y me dio
asco acordarme que me había tocado…
No
podía hacer mucho… Dejé pasar el día, mientras jugaba con mis muñecas, les
preguntaba si habían podido hablar con alguna amiga fuera del edificio, me
distraía pensando que nada de eso estaba pasando, comía galletas y chocolate, y
tomaba agua dejando el jugo para cuando fuera la noche de navidad…
Y
la noche de Navidad había llegado… Esa se suponía era la noche que los niños
buenos reciben regalos, que la alegría nos llega a todos, y que buscamos
siempre estar felices por todo lo que nos ocurre… Pero con todos esos monstruos
era imposible pensar en algo feliz…
Me
senté a comer las galletas más ricas que tenía y había dejado para esa noche, también
destape el jugo, que ya no estaba frío de nevera, pensé en lo loco que era
tener una noche así en la noche de navidad, con apenas unas galletas y un jugo,
sin poderme reír con mi papá jugando conmigo, o mi mamá cocinando la cena, sin
la música de navidad…
En
vez de la música tenía los golpes… Y cuando pensé en eso, fue cuando me dí
cuenta que los golpes ya no estaban… Esperé un rato, tal vez habían bajado
tanto que ya casi no golpeaban la puerta, pero no sonó ningún golpe.
Me
acerqué poquito a poco a la puerta, esperando escuchar un golpe en cualquier
momento, pero no sonaba ningún golpe… Puse una mano en la puerta esperando
sentirla temblar con un golpe pero no se escuchaba ni se sentía nada.
Superando
un poco el miedo puse mi oído en la puerta para intentar de escuchar algo… No
escuchaba nada… Recordé un truco que uno de los chicos de mi colegio había en
las puertas de los salones desde afuera a veces, y comencé a buscar en el
cuarto.
No
estaba segura si lo encontraría, si tendría uno en algún lugar, y entonces
recordé del especial con las princesas que me había regalado mi mamá y
utilizaba para organizar los lápices. Me acerqué a mi mesita, saqué los lápices
y camine de nuevo a la puerta, sabía que no podía correr o me escucharían si
aún estaban ahí…
Puse
el vaso contra la puerta por el lado que uno debería de tomar y puse mi oído
del lado que se pone en la mesa… Me sorprendió darme cuenta que escuchaba más
alto los sonidos que estaban al otro lado de la puerta… Se escuchaba que los
monstruos no estaban detrás de la misma, parecía que se habían movido al cuarto
de mis padres otra vez…
Caminé
a la otra puerta que daba al cuarto de mis padres, volví a repetir lo del vaso
y los escuché… Estaban gimiendo suavemente, ellos nunca dejan de gemir, o eso
me parecía, y escuché los pies de papá arrastrándose.
Me
dí la vuelta, busqué mi bolso y empecé a meter algunas cosas, no sabía que
tanto debía llevar, así que metí dos botellas de agua, galletas, dos cambios de
ropa y ropa interior. Pensé que si estaban en el cuarto de mis papás podía
intentar de salir y buscar otra casa o apartamento que no tuviera monstruos o
que hubiera una persona que no estuviera convertida en monstruo.
Tal
vez en el colegio, o en la estación de la policía. Pensaba muchos lugares, sino
me iría al parque a vivir como el niño de la selva, del cuento que papá me
contaba, aunque no me gustaba la idea de vivir con monos grandes…
Empecé
a mover las pocas cosas que estaban tras la puerta que daban al pasillo,
intenté hacerlo con mucho cuidado y calladita. Cuando abrí un poco la puerta,
pude ver que la puerta de mis padres ya estaba completamente abierta. Había una
mancha roja que salía del cuarto y después regresaba al mismo en el piso.
Justo
cuando iba a comenzar a salir pensé en mis muñecas… No podría llevármelas
todas, pero me regresé y agarré a Sally, que era mi favorita. A las demás les
pedí disculpas. Caminé rápido a la entrada de la casa. Entonces recordé la
parte que sería difícil de todo mi maravilloso escape… Mi papá y mamá habían
puesto los muebles grandes y pesados contra la puerta, y se me haría muy
difícil de mover, si no difícil.
Casi
quería llorar… Mis ojos comenzaron a llenarse de lagrimas, pero entonces pensé
que si quería escapar de los monstruos y vivir como el niño de la selva tenía
que empezar a dejar de llorar tanto. También pensé que eso era lo primero que
tendría que hacer, hacerme una niña fuerte o los monos grandes no me
aceptarían.
Puse
a Sally a un lado, y comencé a intentar de mover los muebles. Primero comencé
con lo que se veía más encima, una lámpara, y los adornos de vidrio que mi mamá
puso para que sonaran si empujaban la puerta y los tumbaban.
Luego
estaban los muebles grandes. No creía que pudiera mover esos… Sin embargo me
puse en un lado y comencé a empujar con mis fuerzas, empecé a sudar y quería
llorar. Entonces escuché unos pasos detrás de la puerta y pensé que sería un
monstruo, no pensé como haría si las escaleras estaban llenas de monstruos.
Entonces
escuché algo en el interior de la casa, y pude ver la figura de mi papá que
caminaba por el pasillo hacia la salida donde yo estaba. Me había escuchado o
me había sentido no lo sabía, pero comencé a gritar…
“¡NO
PAPÁAAA… NOOOO… POR FAVOR NO ME COMAS PAPÁ… YO HE SIDO UNA NIÑA BUENA!”…
Recuerdo
que esas eran cosas que gritaba mientras intentaba de seguir empujando el
mueble. En ese momento sentí un golpe contra la puerta, fue un golpe fuerte, no
fue un golpe como el que mamá y papá le daban a la puerta de mi cuarto.
Me
resbalé junto al primero de los muebles y caí al piso a su lado. El monstruo de
mi papá se me acercó mucho y yo no lo noté. Desde afuera se escuchó la voz de
una persona gritar algo, como haciendo una pregunta, no le entendí pero solo
pude gritar “¡AUXILIOOOOOO!” que fue lo que se me ocurrió.
En
ese instante sentí la mano de mi papá que me agarraba por el vestido que me
había puesto limpio, y me chocaba contra el suelo, con su mano derecha empezó a
apretarme la cara y a mi me dolía mucho…
Lori comenzó a llorar de nuevo, Atsuko se
acercó a su lado, me hizo una señal que la dejara descansar… Me negaba con la
cabeza mientras la abrazaba y le susurraba al oído.
- Mi
papá… - Continuó con todas sus fuerzas de voluntad. – Mi papá me metió la mano
en el ojo y me lo arrancó. Me dolió… y me dolió mucho… empecé a llorar del
dolor, sabía que me comería, escuché otro golpe fuerte a la puerta y los
muebles se movieron hacia adentro, lo que estaba afuera iba a entrar a comerme
también… En ese momento me desmaye…
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